Ecuador en la MINUSTAH: actuaciones subsidiarias
La participación de los países sudamericanos en la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) ha sido un proceso cargado de múltiples interpretaciones, desde percibir el entorno trágico haitiano como un laboratorio de actuación, para perfeccionar el desempeño y colocar a prueba a las fuerzas militares de los países contribuyentes, hasta iniciativas de participación con un enfoque predominantemente humanitario. El Ecuador, al igual que países de menor destaque en operaciones de paz como Bolivia y Paraguay, contribuyó de modo subsidiario al habitual combate a la violencia en isla.
Recordemos que la MINUSTAH, estructurada a partir de la resolución 1542 (2004) del Consejo de Seguridad (CS)de la ONU, tuvo un mandato complejo sustentando en tres ejes: entorno seguro y estable; proceso político; derechos humanos. Como parte del primer eje, el accionar de la organización fue fundamental para el resguardo de la seguridad de la población haitiana y del personal que se encontraba laborando como parte de la ONU. El CS, en ese sentido, solicitó de modo enfático que la prioridad era proteger a los civiles dentro de las zonas donde existía una amenaza inminente de ataque físico. La participación brasileña fue determinante en este punto, ya que actuó en la pacificación de zonas críticas. En Puerto Príncipe, capital del país, estas tareas fueron ampliamente cuestionadas y criticadas debido a episodios de violación de derechos humanos y el uso excesivo de la violencia.
El eje relacionado al proceso político, por su parte, recayó en la transición hacia un nuevo gobierno que fue implantado bajo elecciones democráticas. La organización tuvo como papel fundamental apoyar el proceso mediante tareas de buenos oficios que permitiesen la promoción de una reconciliación nacional y que, a su vez, generasen el camino para el efectivo desarrollo de elecciones en los diversos escalones políticos del país. En cuanto a los derechos humanos, como tercer eje, diversos organismos subsidiarios de la institución – como la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH), y otras instituciones, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad del Caribe (CARICOM) – realizaron tareas de supervisión para garantizar el respeto y buen trato hacia las personas durante el proceso de estabilización del país.
A pesar de que la MINUSTAH ha concluido sus labores en terreno, lo cual, en cierto modo, ha creado una imagen positiva de solidaridad que recubre a los países sudamericanos como actores fundamentales en el combate a la inestabilidad humanitaria, las críticas que resuenan en el periodo posterior a la misión muestran que la inestabilidad continúa presente en la nación caribeña. Siendo así, pese a que el experimento haitiano continúa en proceso, entre errores y aciertos, podemos, paralelamente, destacar algunos casos, como el ecuatoriano, cuya actuación no se consolidó en la creación de una fuerza de apoyo a la seguridad pública del país. Por el contrario, el país concentró sus esfuerzos en tareas de reconstrucción en infraestructura.
La participación ecuatoriana en operaciones de paz se ha caracterizado por ser endeble e inclinada hacia labores básicas como el envío de observadores militares para la supervisión de cese de fuego, cumplimiento de acuerdos entre las partes en conflicto y apoyo logístico. Ha participado aproximadamente de 16 misiones entre las cuales se destacan la UNMOGIP en la frontera entre India y Paquistán, una de las primeras operaciones ad-hoc en surgir como demanda internacional, la ONUC en la República Democrática del Congo, la ONUSAL en El Salvador, entre otras.
Asimismo, la participación ecuatoriana en estas misiones ha constituido un objeto de análisis poco explorado. En ese sentido, la MINUSTAH, como foco de atención regional y generador de una cadena de colaboración conjunta entre los países sudamericanos, impactó directamente sobre el interés ecuatoriano, llevándolo a unirse a la concertación regional por la paz en Haití. Similarmente, ha llamado la atención para análisis académicos en cuanto a su reducida pero importante labor.
El motor principal que sirvió de base para su mayor involucramiento fue la Unidad Escuela de Misiones de Paz “Ecuador” (UEMPE). Creada el 10 de noviembre de 2003, bajo la presidencia del Cnel. Lucio Gutiérrez (2003-2005), la UEMPE tuvo como finalidad capacitar al personal militar, policial y civil en Operaciones de Mantenimiento de la Paz bajo principios éticos, morales y conocimientos con base a los estándares de la ONU. Al igual que el resto de los países sudamericanos, los intereses del Ecuador sobrepasaban el altruismo regional, lo que fue denominado por Brasil como “diplomacia solidaria”. La distancia geográfica y las escazas relaciones bilaterales entre Ecuador y Haití muestran que la actuación del país andino reposó sobre motivaciones vecinales que promovieron su involucramiento. Las presiones ejercidas por Brasil y Chile encausaron la participación argentina y uruguaya como necesaria en un momento de aparente compromiso con la paz internacional. Pues, como las críticas de la época del surgimiento de la MINUSTAH pautaron, el interés de los cuatro principales países involucrados en operaciones de paz, arriba mencionados, giraba en torno a consumar expectativas de aproximación hacia Washington y ganar un estatus de reconocimiento en el organismo de mayor impacto internacional, la ONU.
El caso ecuatoriano también respetaba esa línea conductora de intereses. Sin embargo, en lo que a tareas desempeñadas de refiere, el país tuvo una participación ejemplar. Ya en 2004, con la presencia del entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, el representante permanente del Ecuador ante la organización, suscribió el Memorando de Entendimiento (MoU) con el subsecretario general para operaciones de paz Jean-Marie Guéhenno. En octubre del mismo año, debido a la falta de mecanismos de diálogo directo entre la ONU y el Ecuador, se firmó un memorando con Chile para la conformación de Compañía de Ingenieros Militares, denominada CHIECUENGCOY. Así, los elementos de las fuerzas armadas ecuatorianas, que eran entrenados por la UEMPE, pasaban a actuar en Haití como un elemento subsidiario del contingente chileno.
La inclusión del Ecuador en la MINUSTAH a través de Chile posee tres explicaciones. La primera tiene relación con el tipo de labor a ser realizado. Mientras las tropas ecuatorianas poseían amplia tradición de actuación como observadores militares, las demandas de la operación en Haití sobrepasaban esas tareas. Ingresar bajo la tutela de Chile representó para el Ecuador la oportunidad de perfeccionar una participación en función de la ayuda humanitaria y, especialmente, de la demanda más urgente en la isla, la reconstrucción de su infraestructura.
Otro argumento que sustenta el paraguas chileno es el hecho de que ambas naciones históricamente han mantenido buenas relaciones bilaterales en asuntos diplomáticos y militares, como ejemplo se destaca el compromiso de Chile como país garante durante la resolución del conflicto entre Ecuador y Perú, entre 1995 y 1998. Sin embargo, el elemento de mayor peso radica en la opción política del Ecuador por considerar las intervenciones internaciones como una violación de la soberanía de las naciones. Como los establece el Libro Blanco de Defensa de 2002 y 2006, la política de defensa es coherente con la política exterior del Ecuador, la cual promueve la solución pacífica de controversias, no intervención en asuntos internos, respeto a la soberanía de los Estados y la prohibición del uso o amenaza del empleo de la fuerza en la resolución de los conflictos.
Bajo la aplicación de esos principios, el Ecuador cumplió funciones de construcción y reparación de caminos, limpieza de drenajes, remoción de escombros, construcción de muros para contener aguas lluvias, transporte de materiales de construcción para ONGs, entrega de agua purificada a cuarteles de la ONU, orfanatos, escuelas e instalaciones de otros países y soporte a trabajos de construcción vertical de la MINUSTAH. Además, tras el terremoto de 2010, el Ecuador reforzó las labores de reconstrucción, creando la Misión de Apoyo para la Reconstrucción de Haití-Ecuador (MARHEC), la cual funcionó hasta septiembre de 2013, y adjudicó las maquinarias utilizadas en la reconstrucción. La participación ecuatoriana, y de países como Paraguay y Bolivia, permite visualizar que Estados con contingentes menores, y que rechazan el uso de tareas represivas, contribuyeron para causas que sobrepasan el tema de seguridad. Así, la reconstrucción fue la principal bandera de estos contribuyentes subsidiaros.
Cristian Valdivieso é doutorando em Relações Internacionais pelo PPGRI San Tiago Dantas (UNESP, UNICAMP, PUC-SP) e pesquisador do GEDES.